Torremolinos inauguró ayer la temporada taurina en la provincia de Málaga y lo hizo con una corrida de toros a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer, Fundación Cesare Scariolo, Asociación Síndrome de Down y Cofradía del Calvario. Lástima que los tendidos no se llenaran ni siquiera en la mitad, con lo que los beneficios a estas organizaciones serán exiguos. Y eso que los tres toreros, los ganaderos y la banda municipal de música no cobraron sus honorarios.
En el variado encierro hubo de todo, aunque el sexto, de Osborne, y el sobrero que se lidió en séptimo lugar -éste feo con ganas- eran impresentables de presencia. Destacó el buen juego del toro de La Palmosilla, al que le tocó en cuarto lugar a Manuel Díaz 'El Cordobés', que sorprendió por su toreo más ortodoxo, consiguiendo muletazos estimables. Éste se lo brindó a Rosa Rojo, encargada de las relaciones institucionales de la Fundación Sergio Scariolo, y el diestro ligó series muy limpias con ambas manos. Estuvo muy a gusto con el de La Palmosilla, al que pasaportó de una estocada entera. Se llevó dos orejas y el toro, los aplausos en el arrastre.
En el primero estuvo anodino con el capote y porfión con la muleta, a un castaño al que le costaba embestir. El torero, por dos veces, pateó el hocico para provocar la embestida. Desplantes y saltos de la rana coronaron esta actuación, refrendada con una medida tendida y un descabello. Le dieron una oreja.
Al final del festejo salió a hombros de la plaza junto a Francisco Rivera 'Paquirri', que estuvo entonado. El tercero, de Parladé, repetía que daba gusto y el nieto de Ordóñez toreó bien con el capote -destacaron chicuelinas ajustadísimas-, con las banderillas puso al público en pie y con la mulera estuvo poderoso. Le sobró una bronca a Juncal sin venir a cuento. Terminó con redondos ovacionados y desplantes. Mató de un estoconazo y cortó las dos orejas.
La sardina disfrazada
Al sexto no quiso banderillearlo, a pesar de la petición del público. Era una sardina disfrazada de torito. Hasta el torero lo reconoció: «Eres muy rabioso con lo chico que eres», le dijo al animal cuando empezaba su faena de muleta. Le corrió la mano tapándole la salida, una opción para meterlo en la franela y conseguir ligazón. Dejó una estocada defectuosa -caída y trasera- y un golpe de verduguillo. Le dieron una oreja.
Javier Conde no estuvo ayer a gusto. Por 'h' o por 'b', solo se le vieron detalles, poca cosa para tres toros que lidió. En el segundo, de Juan Pedro Domecq, destacó en un derechazo a cámara lenta. Luego no consiguió ligar. Bastó una media caída para acabar con el animal. Le premiaron generosamente con una oreja.
El quinto, de Román Sorando, era el toro con más presencia de la corrida, con un pitón izquierdo que parecía serio en vista de lo que había. Conde no se confió y mató de pinchazo, media y dos descabellos. Le pidió permiso a la presidencia para matar el sobrero, uno de Hermanos Sampedro, que el ganadero se lo quitó de enmedio por feo, pequeño, cornicorto y con los pitones hacia arriba. El torero se estiró bien con el capote, pero no terminó de acoplarse. Concluyó de dos pinchazos y descabello.
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